Comicio presidencial en Costa Rica centrado en el matrimonio homosexual
SAN JOSÉ. Costa Rica acude este domingo a las urnas para escoger a su presidente para los próximos cuatro años, en un escenario de volatilidad e indecisión que ha estado dominado por un debate sobre el matrimonio homosexual.
Los 3,3 millones de electores deberán escoger entre 13 aspirantes presidenciales, de los cuales unos cinco aparecen con opciones de ir a una segunda vuelta, que se realizaría el 1 de abril entre los dos más votados, si ninguno alcanza al menos 40% de los votos.
También escogerán a los 57 diputados de la Asamblea Legislativa (congreso unicameral).
Las últimas encuestas divulgadas el pasado miércoles situaron en el primer lugar de las preferencias, con alrededor de 17% de apoyo, al diputado y predicador evangélico Fabricio Alvarado, de 43 años, quien lleva adelante un discurso de rechazo al matrimonio homosexual.
En el segundo lugar aparece el exdiputado y empresario Antonio Alvarez (59), del Partido Liberación Nacional (PLN), el más grande y tradicional del país, seguido del exministro Carlos Alvarado (38), del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC), quien comenzó a crecer en los sondeos el cierre de la campaña.
Una consulta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), divulgada el 31 de enero, reveló que 36,5% de la población está indecisa sobre a quién apoyar, por encima del 27% de la misma encuesta dada a conocer el 23 de enero.
Los tres candidatos mejor ubicados son los mismos de la encuesta de Opol, divulgada el miércoles por el sitio noticioso de internet elmundo.cr.
Para el politólogo Rotsay Rosales, catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), la indefinición refleja el desencanto de la población con la situación económica y recientes casos de corrupción, sumado al debilitamiento de los partidos políticos tradicionales, que tienen cada vez menos seguidores.
“Si a eso se suman candidaturas poco carismáticas y poco convincentes, todo confluye en la indecisión del electorado y el posible abstencionismo”, dijo Rosales a AFP.
A su juicio, lo único que parece claro antes de la elección es que habrá una segunda ronda, un fenómeno que solo ha ocurrido en dos ocasiones en los últimos 70 años, lo que según Rotsay refleja la fragmentación del sistema de partidos.
Matrimonio gay y corrupción
El tema del matrimonio gay irrumpió en el debate electoral tras una opinión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el 9 de enero, a favor de ese tipo de uniones. Fabricio Alvarado, en respuesta, anunció que retiraría a Costa Rica de ese tribunal en caso de resultar electo.
Con ese discurso, el predicador evangelista pasó en las encuestas del 3% de intenciones de voto en diciembre a 17% en enero.
Antes de eso, quien se perfilaba al frente de la intención de voto era el abogado penalista Juan Diego Castro, un exministro de Seguridad que pregonaba mano dura contra la corrupción y el crimen.
La corrupción caló en el electorado por un escándalo en torno a la importación de cemento chino, que expuso una red de tráfico de influencias que alcanzó a los tres poderes del Estado, un hecho que dominó la agenda noticiosa los últimos meses de 2017.
“Ese tema atizó las llamas del ciudadano que cree que todos los políticos son corruptos, con un escándalo tan grande que toca a los tres poderes. Vino un ‘outsider’ (Castro) con una escoba que dice que va a barrer la corrupción, eso genera empatía con la persona más enojada con el sistema”, comentó el politólogo independiente Jorge Vega.
Sin embargo, el apoyo a Castro comenzó a desinflarse en medio de revelaciones sobre sus tendencias autoritarias y sus disputas con medios de comunicación, particularmente con el diario La Nación, el más grande del país.
Sin embargo, los estudios del CIEP también apuntan a un alto grado de volatilidad, en la que votantes que un día apoyan a un candidato, al día siguiente apoyan a otro.
“El escenario es tan volátil que cualquier cosa puede pasar”, anticipó Vega.
por Marco SIBAJA
Fuente: Diario Libre
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